Hace un par de semanas una Madre de 16 años, Embarazada, Acudió a la Partera la noche de su parto, acompañada de su madre y su abuela. Me tocó estar de Aprendiz en esos días con ella.
Tenía en su vientre a un bello niño. Cuando llegó, eran solo 2 centímetros de dilatación aunque el cuerpo percibía más sensaciones que solo 2 cm. En la casa de la Partera fueron bienvenidas las tres a pasar esa noche de espera…. Era su primer bebé por lo que imaginábamos un trabajo de parto que se prolongaría hasta la mañana, pero cuál fue la sorpresa que a las 3 am le faltaban solo 2 centímetros para iniciar el pujo.
Desde que llegaron pasaron al nido. El nido que huele a aceites esenciales. El nido de las sobadas, las manteadas y los partos. La Partera conoce bien su territorio. Podría decirse que tiene una comunicación con él. Como aprendiz de partera en la tradición me toca observar y aprender. Como mujer contener.
En ese nido la lógica como la conocemos no existe. Caemos en un espacio de imprediscibilidad y de contacto con la naturaleza más salvaje, mezclada con el mundo de las emociones en un cuerpo que se rige por las leyes del ciclo de la vida y nada más. El punto es no estorbarle a la vida que quiere llegar. El punto es no intervenir en esa libre voluntad que sabe nacer y sabe parir.
La sabia mujer de 16 años se burla de su edad y las etiquetas que van sobre ella. En ese momento ella es La Madre. Ella es la que está creando y dando luz a la vida. Ella es la que está permitiendo que la Vida suceda entre sus piernas, Ella en medio de su dolor y de su placer que se confunden entre las expansiones y contracciones de su matriz que palpita para que bebé descienda hacia la tierra misma. Su madre un poco nerviosa prefiere salirse al pasillo.
A veces no es tan fácil ver a una hija convertirse en Mujer Adulta independientemente de su edad. El rostro de una mujer pariendo en Libertad muestra los rostros de todo su linaje con toda su historia. La mujer está dispuesta a sanar hacia atrás y hacia delante en un momento tan sanador y transmutador como es el parto. La hija, la madre y la Abuela lo sabían. Lo sentían y no hacía falta nombrar nada, pues todo estaba siendo nombrado mientras la pelvis de ella se abría para dar paso. Cada rincón fue tocado. Ella aceptó sentirlo por ella y por todas. A veces a tan corta edad es menos mente la que se mete que cuando vamos creciendo y sumando pre-juicios a los conceptos. Tan no le estorbó que se abrió sin más.
Se abrió con su madre en el pasillo orando por ella , y su abuela caminando delante de ella para que ella se recargara en sus hombros durante la contracción y caminando tras de su abuela en el descanso entre expansiones. Una imagen inolvidable para mí (yo invisible) en ese cuarto. Me tocaba ser la loba que no se viera. Y la Otra Loba mayor, la Partera esperando el llamado definitivo (el aullido).
La partera tradicional entró tranquilamente al espacio ya caliente y con sudor, ella sabe cómo están las cosas con olerlas. Tiene un oído y olfato afinado. La tocó con sus manos y la temperatura de su piel le reveló valiosa información sobre el avance del parto. La mirada de sus ojos le reveló otra. La habitación se sentía más densa y a la vez flotante. Estaba la madre parturienta compartiendo con nosotras las hormonas del parto y el estado espiritual al que se va cuando está por traer a su bebé al pujo.
Ella estaba cómoda en el escusado, así que se pasó a lo similar, al banquillo de parto. La Partera respetó la posición elegida por ella y en unos pujos más su bebé llegó, la partera lo recibió y sin escalas lo llevó directo al pecho de su madre. La placenta llegó muy muy pronto. El cordón se cortó lo más tarde posible para garantizar que a bebé le llegara todo lo que le pertenece. Bebé se agarró y amamantó sin problema y así se continuó sin intervención del flujo natural de sus cuerpos y antojos.
La Abuela se despidió en la mañana, la madre durmió un rato más cerca de su hija y su nieto quienes se mantuvieron piel a piel y conectados mientras se nutrían mutuamente. Siguió el tecito y la sopa preparados por la partera…. Y más tarde la familia vino por ellas y el nuevo miembro de la familia que estaba tan tranquilo como quien sabe que llegó a un lugar seguro y amoroso.
Gracias Rocío por ti. Por tu valentía. Por tu libertad. Por tu amor a tu hijo y a ti. Por tu confianza y por la oportunidad de presenciar desde mi sitio, tu poder.
Gracias a tu Madre y Abuela por la triada en su esplendor, por su temple y fortaleza. Por la imagen inolvidable del sostén que nos da el linaje. Por esa Santísima Trinidad.
Gracias a tu hijo que me permitió verlo nacer, y llegar aquí.
Gracias Minerva, por tu enseñanza. Por tu Tierra. Por tu casa. Por tu Nido. Por abrir las puertas de tu corazón. Por compartirte así desde ese sitio amoroso y generoso. Como el río que vive en tus entrañas y que fluye abundante. Me he quedado más que saciada gracias a todo lo que diste y tienes para dar. Gracias hoy y siempre… Partera de la vida, portadora de la Tradición en tu sangre y en tu corazón.
Con cariño 🌷,
Thania Medina.
Sabemos Parir y será un Placer.
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